miércoles, 14 de diciembre de 2011

La última noche, en casa de Fernando Delgadillo

Queridos amigois, sé que más de uno se sentirá defraudado por la falta de fotos en este post, pero el problema es que ya no tengo cámara xde vídeo. Estoy escribiendo esto desde la zona de embarque del aeropuerto de México y mi cámara de fotos se quedó anoche (con todas las fotos) en casa de Fer.
Como hoy debía salir de México pronto, debía esgtar en el aeropuerto antes de las 09:00, ya que mi vuelo salía a las 11:00, tartdaba 12 horas en llegar, es decir, llegaría a Madrid a las 23:00 hora de México, las 06:00 del jueves, hora de Madrid, decidimos que lo mejor era que no durmiera, que me pasara toda la noche de juerga y que fuera durmiendo en el vuelo, para amanecer en Madrid. Así que decidí pasar esta última noche con los "cuates" más juerguistas, es decir, Edel Juárex y Fernando Delgadillo. En un principio íbamosa a juntarnos en casa de Rodri (Rodrigo Rojas), que quería agasajarme (Rodri, hermano, no se me olvidará cómo te sentí de cercano en México, hace 3 años y ahora, cuenta conmigo siempre), pero Fer tenía el problema de que tenía a sus hijos.
Allá nos presentamos Nahuel y yo, en Satélite, donde vive Fer, despues de preguntar unas 12.000 veces para ver cómo llegábamos a su casa, llegamos. Nos abrió el propio Fernando Delgadillo (¡cómo extraño las fotos de mi cámara!), un tipo honesto y cercano, lejos del "endiosamiento" que tienen otros. Me ofreció una botella de vino de California, que a Nahuel no le gustó nada, dcespués de la botella, de las pláticas de lo divino y lo humano, nos "soplamos" las 2 botellas de vino chileno que yo había bebido. Resumiendo, lo que ocurrió a partir de las 4 de la mañana, no lo recuerdo. Mañana sdeguiremos.

1 comentario:

Mario dijo...

Mexico es un país increíble para disfrutar y mas alla de cual sea la razón por la que vayamos allí es super recomendado conocerlo. Como he ido los últimos veranos de vacaciones a dicho país, este año saque Vuelos a Madrid para disfrutar de esa ciudad, a la que nunca he ido