domingo, 11 de diciembre de 2011

¡Terremoto!... y concierto en Tepoztlán

No os negaré que pese al respeto que siempre me han causado esos carteles que hay aquí, en todos los lugares de México, explicando qué hacer en caso de alerta sísmica, jamás pensé que viviría una.
Por la mañana, Paco Sánchez me dejó amablemente en la terminal de autobuses de Capu, en Puebla, un lugar que ya es casi como mi casa, que cada vez me conozco mejor. A las 14:30 tomo el autobús que me dejará en Cuernavaca a las 16:45, allí me espera Alejandro Santiago, a él le hace ilusión que veamos juntos el segundo tiempo del Real Madrid-Barcelona, a mí hace ya bastante tiempo que el fútbol me aburre. Las carreteras están infernales y en vez de llegar a Cuernavaca a las 16:45, llegué a las 18:30, con el partido una vez terminado (menos mal). En la terminal tomo un taxi que me lleva hasta casa de Alejandro, donde llego a las 19:00, allí está él con Yuri, un buen amigo suyo. Después de contarme algo del partido y hacer unas bromas, Yuri se marcha, dejándonos solos. Es cuando yo comienzo a chequear mi correo, por si hubiera algo urgente y es mientras chequeo el correo cuando siento algo parecido a un mareo, en eso que Alejandro me dice que estamos teniendo un movimiento sísmico. Entonces sentimos durante unos segundos como si parase, pero de inmediato comienza uno mucho más fuerte, que sacude con fuerza al edificio y hace que por primera vez tenga un miedo real (y con razón). Le pregunto a Alejandro si tal vez deberíamos salir de casa, a lo que él me responde que no, que lo más peligroso en estos caso son las escaleras. A mí me preocupaba estar en la planta de arriba del edificio, ya que se supone que es la primera en caer, a lo que mi amigo me "tranquilizó" diciéndome "no te preocupes, si se cae el edificio, estamos arriba, serán nuestros cuerpos los que encuentren primero". Ahora esto da mucha risa, entonces no daba nada de risa.
Nada más finalizar el temblor, ante la magnitud, pensé en primer lugar en los amigos de México DF, ya que esta ciudad es una ratonera en caso de un movimiento sísmico, ya en 1985 sufrió un terremoto terrible. Tomé el teléfono y empecé a hacer llamadas, pero ni la telefonía fija ni la celular (móvil) funcionaban, así que ante la posibilidad de estar muchas horas (o días) sin poder contactar con mi familia en Madrid, decidí llamar por skype a casa de mis padres, pese a que allá eran las 2:55 de la madrugada. Hablé con mi hermano, que se encontraba durmiendo allí, lógicamente no sabía nada. Le dije que todo estaba bien y que seguramente tardaría bastante en saber de mí, que no se preocuparan. Acto seguido, dejé un mensaje en facebook, para hacer saber a los amigos que todo va bien. Es una sensación muy rara, ya que no sabes si estás tranquilizando o estás alarmando a la gente, no sabes si es algo que apenas ha sido sentido por los demás, si es algo local o si es algo que ha tenido unas consecuencias catastróficas. Es el problema de los instantes iniciales. En un rato llegó Sabrine, la compañera de Alejandro, con un par de amigas, ahí fue cuando ya conectamos la televisión y pudimos comprobar que había sido un buen susto, de 6,8º de magnitud, el más importante en México desde el devastador de 1985.
Nos pusimos en marcha y llegamos a la maravillosa localidad de Tepoztlán, donde nos esperaba el "Tantra", peña que ya pude conocer en mi anterior viaje, hace tres años, pero donde no pude tocar.

Allí nos esperaban dos buenos amigos, Gerardo Ziwl y su compañera, Ana Vega, que regentan el "Tantra" un coqueto lugar donde hacen trova en Tepoztlán desde hace ya 6 años.

Este ha sido mi último concierto de esta gira en México y hacerlo rodeado de amigos, es un verdadero placer, con Cony

con Miguel...

con Poncho...

Siempre será un placer volver a Tepoztlán. Al terminar el concierto, estuvimos de partida de dominó hasta las 4 de la madrugada y luego a dormir al estudio de Zwil, donde me sentí estupendamente agasajado. Muchas gracias amigos, espero volver (es una promesa, no una amenaza).
Por la mañana, después de un gratificante desayuno al pie de la montaña, al pie de la pirámide, de vuelta al DF, para pegarme con los de la compañía aérea, pero eso ya es otra historia que más adelante contaré.

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